jueves, noviembre 29, 2018

SOMBRAS


Maldito y recontramaldito sea este pavor que le tengo a las sombras, al grado de quedar inerme y congelado al ver cuando una sombra se aproxima a mí; todo esto a raíz de unos sucesos ocurridos hace tan sólo una semana. Tan es así que ahora cuando percibo mi sombra, el simplemente verla, me hace empezar a correr tratando de huir de los recuerdos de aquellos hechos que presencié y en los que se vio involucrada mi, hasta ese entonces, tranquila sombra. En cuanto me percato que hay sombras extrañas, trato de huir presa del pánico provocado por imágenes tan vívidas que aún no puedo desterrar de mi memoria, trato de huir con tanta desesperación así como huyeron del exterminio tantas y tantas personas en las guerras desde los antiguos imperios hasta las actuales sangrientas guerras igual o más crueles. Sin embargo, el ser humano puede huir de todo menos de sus recuerdos.
Pero bueno, seré breve en la descripción de estos sucesos ya que estos asfixiantes recuerdos todavía siguen frescos y la locura no ha terminado por embriagarme totalmente.
Hace una semana regresaba a casa de un día monótono de trabajo a eso de las 10 de la noche. Al bajar del camión transité por la ruta de años conocida, no sabía que algo inusual me esperaba. No sabía que en la calle que estaba a punto de empezar a recorrer y en la cual me había percatado que ese día estaba bajo un halo inusual de oscuridad, habrían de acontecer eventos que servirían de umbral para la paranoia y cuna de la creciente locura. Preferí no circular por la banqueta y hacerlo por media calle, ya que era por dónde se presentaba una mejor iluminación suministrada por la Luna y algunas casas y postes con luminarias alrededor que me permitiría caminar sin riesgo de tropezar. Ya llevaba unos metros recorridos cuando sentí que detrás de mí alguien caminaba, digo alguien y no algo porque todavía no creía en presencias extrañas. Todo empezó ahí, la luz a mi espalda proyectaba frente a mí, la sombra que siempre me ha acompañado, pero también proyectaba otra sombra, a mi costado derecho, que parecía quería darme alcance. Una sombra que mi vista percibió como si se estuviera estirando. Por un momento pensé que podría tratarse de alguien que quería asaltarme así que giré rápido sin encontrar persona alguna que fuera dueña de esa sombra, la presencia se había esfumado. Por un momento pensé que el cansancio me había jugado una mala pasada al hacerme alucinar, así que continúe mi camino. Al haber avanzado unos metros más, volví a sentir la presencia de la sombra, ésta se lanzó sobre mí, hasta ese momento, impávida sombra. Me tiré al suelo pensando que alguien se abalanzaba sobre mí, pero nada, no había nadie, ah pero esa sombra, ¡ahí estaba forcejeando con mi sombra! Mi sombra no seguía mis movimientos, yo la contemplaba desde el suelo. Veía como quería huir, soltarse de la sombra de la presencia, sin poderlo lograr ya que estaba atada a mis pies. Mi sombra no podía separarse de mí. Este hecho hizo que volteara a ver la parte de los pies de la sombra, de esa malévola presencia. Me di cuenta que la sombra se estiraba desde la oscuridad que residía entre un árbol y un auto a unos metros de ahí a donde no alcanzaba a llegar la iluminación proporcionada por la luminaria más cercana. Saqué fuerzas de lo más profundo que hay en mí, tal vez saben a qué me refiero, cuando el miedo te aterra pero no te deja caer y no te permite darte por vencido. Así que ubicando la luminaria más cercana a mí pero más alejada del punto de origen de la presencia, traté de dirigirme a ella, primero arrastrándome, hasta que pude ponerme de pie y correr con mi sombra delante de mí como si fuese ella quien tuviera más prisa por llegar al área bien iluminada bajo el poste. Una vez que llegue al sitio bien iluminado, me quedé atónito al ver como esa maldita sombra trataba de alcanzarme estirándose todo lo que podía y tirando manazos, manotazos y arañazos, sin poderlo lograr. Saltando entre los intersticios cubiertos por la oscuridad no conseguía acercarse, parece que eso le irritó más, ya que sus intentos se tornaron más frenéticos hasta que con el tiempo se apaciguaron y terminó alejándose. Una vez que esto pasó, corrí, corrí raudamente a mi hogar, tratando de evitar en mi travesía toparme con sombras oscuras, no temiéndole a las sombras tenues sino a las realmente oscuras como la noche, totalmente oscuras como la presencia.
He tenido algunos encuentros más con esa sombra pero ninguno tan aterrador como el primero que aquí he descrito aunque debo remarcar que un par de días después, al verme abrumado por esa presencia sin poder correr, desesperado alcancé a sacar el celular y con la lámpara del mismo herirla, digo herirla porque vi cómo se sacudió cuando proyecté la luz sobre ella alejándose despavoridamente. A partir de aquí he visto cómo en cuanto me cobijo con luz alrededor de mí, esa sombra se marcha iracunda, temblando como si la rabia la consumiera. Ahora cargo siempre con un montón de aditamentos que me permiten iluminar los lóbregos senderos por donde he de transitar cuando percibo que esa sombra se aproxima.
Hago todo lo posible por no volver a estar presente en sitios similares a aquel donde mi aciaga suerte conoció su destino, de hecho, ya no camino por esa calle sin importar siquiera si es de día o de noche. Tengo el celular configurado para que con un movimiento brusco encienda la lámpara con bastantes lúmenes para poder ahuyentar a la presencia, cargo también baterías externas, lámparas pequeñas, de led, con batería y sin batería, todo un arsenal lumínico... así intento sobrevivir.

Nadie me cree, nadie, piensan que es broma, que es mi imaginación. Espero ninguno de ustedes pase por esto, realmente lo espero.
Es terrible cuando la oscuridad te sigue.