La Luna insiste en que salgan mis colmillos, entre las nubes
se escurre, insinuando, persistiendo.
¿Y dónde buscarla a media noche?
Deslizándome entre silencios, furtivamente.
Así, hasta clavar la herida, la piel.
Cuidado con exponerte a demasiada luz, pues el hombre se puede espantar con su propia sombra
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