Una buena tormenta puede
mojarte, empaparte
y a la vez
calentarte y quemarte
hasta que el fuego se extinga
con una inundación entre tus piernas.
Una buena tormenta puede
ser el diluvio épico que te estremezca.
Cuidado con exponerte a demasiada luz, pues el hombre se puede espantar con su propia sombra
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