sábado, agosto 24, 2019

AFUERA DEL BAR

Estoy afuera del bar, acaban de cerrar. El cielo escurre aunque no de una manera feroz pero con eso es suficiente para que los minutos de espera parezcan lustros. Se empieza a hacer molesto el caer de las gotas en mi piel, el deslizar del tiempo en forma de líquido desde la parte superior de mi cabeza hasta surcar por la nariz, las mejillas y terminar humedeciendo mis labios entremezclándose con el sabor a alcohol, la lluvia no deja de caer, parece el uber está en retraso. Ya no tengo batería, espero no cancele Braulio, creo así se llama el conductor. Diviso a lo lejos un auto aproximándose, espero sea mi viaje. El auto va desacelerando hasta detenerse junto a mí, baja el vidrio de la puerta del copiloto y pronuncia mi nombre. Asiento con la cabeza sin pronunciar palabra alguna, al parecer me he vuelto amigo del silencio. El conductor me pregunta si tengo alguna preferencia musical mientras ajusta el volumen del estéreo del automóvil. Le digo que ponga algo de carcass o de children of bodom. Me dice que no tiene material de ellos pero pone unas rolitas de pantera. El viaje transcurre sin que crucemos más palabras, cada quien sumergido en las conversaciones consigo mismo que a veces la gente prefiere ignorar utilizando pláticas banales con las personas alrededor para ensordecerse, prefiriendo aturdirse para no escucharse a sí mismos. Transcurre el tiempo. Me aproximo a mi destino. El conductor da vuelta, se detiene a unos metros y me pregunta: ¿Aquí está bien? Le digo que no mientras señalo con el dedo la ubicación donde quiero que me deje y al llegar le digo: ¡Aquí! Aquí fue donde me desangré, después de volcar el auto, aquí morí. Cierro los ojos, los abro, estoy afuera del bar que acaba de cerrar, estoy esperando al uber, esperándolo como todos los días.

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