Usted llegó profundo hasta al mero tuétano de mis huesos
dejó vibrando este esqueleto, aunque luego se fue relejos
Usted se introdujo en las moléculas del aire que en exceso
me arrebata el aliento, dejando aquí un espíritu perplejo
Usted, sí usted, ¿aunque sea escucha mis silencios?
Porque, sabe, los silencios también se desangran...
y usted me dejó en uno, nadando sin saber.
Usted, residiendo hasta en el tuétano de mis huesos...
aún permanece, pero no sé cómo diantres se fue...
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