Ensayo sobre tus labios
Imborrables en la memoria, mis dedos los rozan, los trazan, tú y yo, cada uno deja huellas sobre el otro como mapas surcados por la pasión. Te plasmas en mi piel, te marcas en el contorno de mi boca. Nos devoramos como siendo presas uno del otro, como no queriendo dejar tiempo para el después. Tersos son, como la cerradura que guía a tus latidos, mientras con los tuyos y los míos nos contamos la tempestad, la noche lluviosa, el encuentro, tantas formas de usar palabras para terminar en silencio compartiendo los pulsos.
Imborrables, pasan días, semanas, meses sin encontrarse, aunque pase el tiempo, los recuerdos te traen siempre puntuales, dejo una reverencia ante las grietas que van quedando como marcas de pasado, como caminos al venir, una y otra vez el cenit. Como texturas que anhelo soñar, así quedan en mí. Como recordando el sonido que emitían cuando nuestras masas con sus gravedades nos colapsaban en uno solo, fundidos. Como recordando cuando articulabas letras hasta que brotaba mi nombre y me decías que querías ser mis sensaciones favoritas y te decía que eras hasta que terminábamos extasiados derramados uno del otro.
Imborrables, como la chispa que brotó de ellos arrastrándome como marea, como dándome lecciones, ahora tu imagen en lo nocturno se desvela susurrando recuerdos, susurrándome aquellos momentos hasta estremecerme, sí, otra vez. Tus labios me arrancan versos, suspiros, misterios. Prófugos, me dejan la condena de la distancia. Un soplo de vida. Tus labios, un huracán que me arrastra en lo etéreo. Y cierro los ojos para verlos y suelto mi aliento para tocarlos hasta caer a un precipicio y me dejas un caudal en mis venas que lleva tu nombre como un rastro de tus labios con tu aroma, de esos labios imborrables.
Tus labios, conjuro que añoro, hechizo que se queda conmigo en lo profundo cuando te has ido dejando imborrable lo que aquí escribo.
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