¿Cuántas lunas hay entre aquellos días y el hoy?
¿Cómo se cuenta el tiempo sino en recuerdos?
¿Quién diría que las cosas cambiarían del ayer?
¡Cómo chingados duele el hoy ya no tener!
Cuando el silencio se hace una aturdida costumbre
y me hablo y me escucho solo, ¿y ya qué?
cuando los tímpanos no perciben los latidos
como si cayera a un pozo todo eso que se ha ido.

¿Cuántos días nublados nos dejan desolados?
Mientras el susurro del silencio se escucha otra vez
como la ausencia que besa, lame y rasga la piel
bajo un halo que quién sabe cuánto dure, esté
como ráfaga que deja un nudo en la garganta, al ser
sin una voz que me cobije en esas tormentas
sacudiendo hasta los huesos, dando marometas
y solo escuchar partituras de silencio y no estás

¿Cuánto se disturba el sonido en mi cabeza?
Si mis brazos no pudieron asir tus tersas risas
y la gravedad aterriza las fugaces palabras
y hasta los susurros caen en deshechas trizas
como en desnudas avenidas transitadas
y hoy crece esta sensación de estrecha prisa
por tapar el silencio que deja tu voz durmiente
en mis palabras que no lees, están ausentes....

Y desnudo caigo en lo oscuro de mi alma
entre notas demacradas de las que te alejaste
y crece esta oscuridad y no rozo la cordura
¿Qué se vuelve lo normal? ¿Qué se tira al traste?
Entre intersticios de mi afónica voz, no dura
la silaba que susurra como maremoto pasaste
y ya no sé, cómo tu nombre cimbra mi voz
no es ciencia ni consciencia ni algo atroz
pero queda...lo que permanece

como marcapasos con tu nombre
Solo el sonido del silencio que gritaba en nuestras miradas...
que hoy como gotas se escurren en mis ojos.