Esas madrugadas con tu sonrisa
esas tormentas con tu mirada
navegando en la piel, cada caricia
inundándola de besos, el alma
la sangre hirviendo al cuerpo
mientras compartimos el aliento...
mientras tu cuello muerdo,
residen en el recuerdo,
residen en la memoria.

Dónde quedas, mujer dormida,
con tu silueta desvelando al deseo

Esas madrugadas se encontraron
nuestras ávidas miradas
entre los brazos nos trenzamos
nos tocamos con y sin manos
como cómplices en la fuga
incendiando la piel desnuda
mientras se mojaba el tiempo

mientras te soñaba despierto

hasta tatuarte en el recuerdo

hasta encontrarte en la memoria

Dónde te recuestas, mujer dormida,
con tu silueta bajo el manto sin mi tacto,
Izztaccíhuatl de mi alma...
que nos despierte la erupción

que nos despierte la pasión

de esas madrugadas...

con todo el magma que nos quema dentro.